Salmos 119 (Mem: 97-104) ¡Oh, cuánto amo yo tu ley!.
97 Cuánto amo yo tu ley! Todo el día es ella mi meditación.
98 Me has hecho más sabio que mis enemigos con tus mandamientos; Porque me son eternos.
99 Más que todos mis enseñadores he entendido: Porque tus testimonios son mi meditación.
100 Más que los viejos he entendido, Porque he guardado tus mandamientos.
101 De todo mal camino contuve mis pies, Para guardar tu palabra.
102 No me aparté de tus juicios; Porque tú me enseñaste.
103 Cuán dulces son á mi paladar tus palabras! Más que la miel á mi boca.
104 De tus mandamientos he adquirido inteligencia: Por tanto he aborrecido todo camino de mentira.
Reflexión por Noemi Dominguez:
¿Has salido a trabajar y descubres que dejaste tu teléfono en casa? La vida se ha vuelto muy dependiente del teléfono celular. Las personas no pueden salir sin él, y si lo olvidan en casa, sienten que han dejado una parte importante de sí mismos en casa. El teléfono celular, y especialmente el teléfono inteligente, se ha convertido en una extensión del cuerpo humano. Los estadounidenses pasan de promedio 3 horas y 54 minutos por día mirando la pantalla de sus teléfonos, Obviamente el Salmista no se está refiriendo a teléfonos inteligentes. Sin embargo hay algo de lo cual él no puede prescindir. “¡Oh, cuánto amo yo tu ley! Todo el día es ella mi meditación … tus mandamientos … siempre están conmigo.” [versículos 97 y98, Versión Reina Varela 1960]. El salmista siente una atracción especial en La Palabra y exclama: “¡Cuán dulces son a mi paladar tus palabras más que la miel a mi boca.” [Versículo 103, Versión Reina Varela 1960]. “”EL meditaba en la palabra de Dios porque la amaba, y luego la amó más porque meditó en ella”. [Spurgeon]. La amamos porque “la Biblia es una carta de nuestro Padre, un retrato de nuestro mejor y más fiel Amigo, el certificado de nuestra adopción en la familia de Dios, la declaración de nuestra libertad de la esclavitud, la descripción de nuestra herencia celestial, la evidencia de nuestra nobleza (porque hemos sido hechos un reino de sacerdotes, es el manual de instrucciones para una vida sabia y bendecida; es a la vez, un estado de nuestra cuenta, y la chequera de lo que nos pertenece por las promesas de Dios; y un telescopio por el que vemos la ciudad celestial que es nuestro destino [final].” [David Guzik]. 829 Psalm 119:97-104 [Mem]
Psalms 119 (Mem 97-104): O how love I thy law!
97 O how love I thy law! it is my meditation all the day.
98 Thou through thy commandments hast made me wiser than mine enemies: for they are ever with me.
99 I have more understanding than all my teachers: for thy testimonies are my meditation.
100 I understand more than the ancients, because I keep thy precepts.
101 I have refrained my feet from every evil way, that I might keep thy word.
102 I have not departed from thy judgments: for thou hast taught me.
103 How sweet are thy words unto my taste! yea, sweeter than honey to my mouth!
104 Through thy precepts I get understanding: therefore I hate every false way.
Reflexion by Noemi Dominguez:
Have you gone out to work and realized that you left your phone at home? Life has become very dependent on the cell phone. People can’t leave the house without it, and if they forget it at home, they feel like they’ve left an important part of themselves at home. The cell phone, and especially the smartphone, has become an extension of the human body. Americans spend on average 3 hours and 54 minutes per day staring at the screen of their phones. Obviously, the Psalmist is not referring to smartphones. However there is something he cannot do without. “I deeply love your Law! I think about it all day. Your laws never leave my mind … ” [verses 97 and 98, Contemporary English Version]. The psalmist feels a special attraction in The Word and exclaims: “How sweet are Thy words unto my taste, yea, sweeter than honey to my mouth! ” [Verse 103, 21st Century King James]. He meditated in God’s word because he loved it, and then loved it the more because he meditated in it.” [Spurgeon]. We love it because “the Bible is a letter from our Father, a portrait of our best and most faithful Friend, the certificate of our adoption into God’s family, the declaration of our freedom from slavery, the description of our heavenly heritage, the evidence of our nobility (because we have been made a kingdom of priests), it is the instruction manual for a wise and blessed life; it is both a statement of our account, and the checkbook of what belongs to us by the promises of God; and a telescope through which we see the heavenly city that is our destination. ” [David Guzik].
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