Salmos 5: Plegaria pidiendo protección.
1 Escucha, Señor, mis palabras;
toma en cuenta mi gemido.
2 Presta atención a mis súplicas,
Rey mío y Dios mío,
porque a ti yo oro.
3 Por la mañana, Señor, escuchas mi clamor;
por la mañana te presento mis ruegos
y quedo a la espera de tu respuesta.
4 Tú no eres un Dios que se complace en lo malo;
a tu lado no tienen cabida los malvados.
5 No hay lugar en tu presencia para los altivos,
pues aborreces a todos los malhechores.
6 Tú destruyes a los mentirosos
y detestas a los asesinos y traidores.
7 Pero yo, por tu gran amor
puedo entrar en tu casa;
puedo postrarme reverente
hacia tu santo Templo.
8 Señor, por causa de mis enemigos,
dirígeme en tu justicia;
endereza tu senda delante de mí.
9 En sus palabras no hay sinceridad;
en su interior solo hay corrupción.
Su garganta es un sepulcro abierto;
de su lengua salen engaños.
10 ¡Condénalos, oh Dios!
¡Que caigan por sus propias intrigas!
¡Recházalos por la multitud de sus crímenes,
porque se han rebelado contra ti!
11 Pero que se alegren todos los que en ti buscan refugio;
¡que canten siempre jubilosos!
Extiéndeles tu protección y que en ti se regocijen
todos los que aman tu nombre.
12 Porque tú, Señor, bendices al justo;
cual escudo lo rodeas con tu buena voluntad.
New International Version (NIV)
Holy Bible, New International Version®, NIV® Copyright ©1973, 1978, 1984, 2011 by Biblica, Inc.® Used by permission. All rights reserved worldwide.
Reflexión por Noemi Dominguez:
“Por la mañana, Señor, escuchas mi clamor; por la mañana te presento mis ruegos y quedo a la espera de tu respuesta” (Salmo 5:3, RV 1960). Todos necesitamos ser escuchados, ¡no solo las mujeres! Leí recientemente sobre alguien en su edad madura cuyos octogenarios padres aún no parecen prestarle atención. Así como esa persona anhela ser escuchada, David también insiste en su clamor porque sigue en su aflicción. En este versículo encontramos tres verbos clave: oír, presentar y esperar. David desea que Dios lo escuche, pero él debe dar el primer paso: presentarse ante Dios. Después viene lo más difícil, esperar. ¡Qué difícil es esperar! Ya sea en la fila del mercado, por una carta que no llega o los resultados de un examen médico. Recuerdo una nota que escribí al margen de este salmo en 2004, cuando nuestra nieta Giovanna estaba grave en el hospital esperando un diagnóstico. Fue una espera dolorosa, pero Dios escuchó nuestras oraciones. Cuando le pedimos a Dios, tenemos la certeza de que Él nos escucha. Como dice 1 Juan 5:14-15: “Si pedimos alguna cosa conforme a su voluntad, él nos oye. Y si sabemos que nos oye, sabemos que tenemos las peticiones que le hayamos hecho.” En oración, confiemos en Su fidelidad. Él nos dará Su respuesta en el momento perfecto, fortaleciendo nuestra fe mientras esperamos. “A Ti, Dios mío, en oración, confiando en tu fidelidad, elevaré mi petición, la voz de mi necesidad. Yo sé que escucharás allá, que me darás tu bendición; que fortaleza me vendrá, de Ti, Dios mío, en oración.” [William W. Wallford].
Psalms 5: A Prayer for Guidance.
1 Listen to my words, Lord,
consider my lament.
2 Hear my cry for help,
my King and my God,
for to you I pray.
3 In the morning, Lord, you hear my voice;
in the morning I lay my requests before you
and wait expectantly.
4 For you are not a God who is pleased with wickedness;
with you, evil people are not welcome.
5 The arrogant cannot stand
in your presence.
You hate all who do wrong;
6 you destroy those who tell lies.
The bloodthirsty and deceitful
you, Lord, detest.
7 But I, by your great love,
can come into your house;
in reverence I bow down
toward your holy temple.
8 Lead me, Lord, in your righteousness
because of my enemies—
make your way straight before me.
9 Not a word from their mouth can be trusted;
their heart is filled with malice.
Their throat is an open grave;
with their tongues they tell lies.
10 Declare them guilty, O God!
Let their intrigues be their downfall.
Banish them for their many sins,
for they have rebelled against you.
11 But let all who take refuge in you be glad;
let them ever sing for joy.
Spread your protection over them,
that those who love your name may rejoice in you.
12 Surely, Lord, you bless the righteous;
you surround them with your favor as with a shield.
New International Version (NIV)
Holy Bible, New International Version®, NIV® Copyright ©1973, 1978, 1984, 2011 by Biblica, Inc.® Used by permission. All rights reserved worldwide.
Reflexion by Noemi Dominguez:
“O Lord, in the morning you hear my voice; in the morning I lay my requests before you and wait in expectation” (Psalm 5:3, NIV). We all need to be heard, not just women. I recently read about someone in their mature years whose elderly parents still don’t seem to listen to them. Just as that person longs to be heard, David also insists on his cry because he continues in his affliction. In this verse, we find three key verbs: hear, present, and wait. David wants to be heard by God, but he must take the first step: presenting his requests to God. Then comes the hardest part: waiting. How difficult it is to wait! Whether it’s in a market line, for a letter that hasn’t arrived, or waiting for medical test results. I remember writing a note in the margin of this psalm in 2004 when our granddaughter Giovanna was seriously ill in the hospital waiting for a diagnosis. The waiting was painful, but God heard our prayers. When we ask God, we have the confidence that He listens. As 1 John 5:14-15 says: “If we ask anything according to His will, He hears us. And if we know that He hears us, whatever we ask, we know that we have what we asked of Him.” In prayer, let us trust in His faithfulness. He will answer us in His perfect timing, strengthening our faith as we wait. “Sweet hour of prayer! sweet hour of prayer! That calls me from a world of care And bids me at my Father’s throne Make all my wants and wishes known.” [William W. Wallford].
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