Salmo 16: Una herencia escogida.
1 Michtham de David. GUARDAME, oh Dios, porque en ti he confiado.
2 Dijiste, oh alma mía, á Jehová: Tú eres el Señor: Mi bien á ti no aprovecha;
3 Sino á los santos que están en la tierra, Y á los íntegros: toda mi afición en ellos.
4 Multiplicaránse los dolores de aquellos que sirven diligentes á otro dios: No ofreceré yo sus libaciones de sangre, Ni en mis labios tomaré sus nombres.
5 Jehová es la porción de mi parte y de mi copa; Tú sustentarás mi suerte.
6 Las cuerdas me cayeron en lugares deleitosos, Y es hermosa la heredad que me ha tocado.
7 Bendeciré á Jehová que me aconseja: Aun en las noches me enseñan mis riñones.
8 A Jehová he puesto siempre delante de mí: Porque está á mi diestra no seré conmovido.
9 Alegróse por tanto mi corazón, y se gozó mi gloria: También mi carne reposará segura.
10 Porque no dejarás mi alma en el sepulcro; Ni permitirás que tu santo vea corrupción.
11 Me mostrarás la senda de la vida: Hartura de alegrías hay con tu rostro; Deleites en tu diestra para siempre.
Reina-Valera Antigua (RVA)
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Momento de Reflexión por Noemi Dominguez:
Una de las preocupaciones de los padres es la herencia que dejarán a sus hijos. Algunos porque tienen bienes y otros porque no los tienen. Ayer, casualmente, mi esposo recibió un correo electrónico de una persona desconocida en África anunciando una supuesta herencia de $5,600,000 para ser distribuida entre los más necesitados. Tal vez tú también has recibido este tipo de notificaciones. David en este salmo habla de una herencia segura, tanto para los ricos como para los pobres. Esta herencia no proviene de un desconocido. El requisito de obtenerlo es precisamente conocerlo y ser conocido por él [Gálatas 4:9]. El primer paso para conocerlo es confiar en Jesús como nuestro único y suficiente Salvador. Juan 1:12 explica que todos los que lo recibieron, es decir, los que creen en Jesús, son hechos hijos de Dios y como hijos, herederos de Dios y coherederos juntamente con Cristo [Romanos 8:17]. “. Ser de Dios los hijos caros, en Jesús sublime don; en Jesús nos mira el Padre y nos da su bendición. «Mirad cuán grande el amor, cuán grande el amor que el Padre hanos manifestado, que hijos, hijos de Dios, seamos por siempre llamados».” [James Mcgranahan]
Psalm 16: The Hope of the Faithful, and the Messiah’s Victory
1 Preserve me, O God: for in thee do I put my trust.
2 O my soul, thou hast said unto the Lord, Thou art my Lord: my goodness extendeth not to thee;
3 But to the saints that are in the earth, and to the excellent, in whom is all my delight.
4 Their sorrows shall be multiplied that hasten after another god: their drink offerings of blood will I not offer, nor take up their names into my lips.
5 The Lord is the portion of mine inheritance and of my cup: thou maintainest my lot.
6 The lines are fallen unto me in pleasant places; yea, I have a goodly heritage.
7 I will bless the Lord, who hath given me counsel: my reins also instruct me in the night seasons.
8 I have set the Lord always before me: because he is at my right hand, I shall not be moved.
9 Therefore my heart is glad, and my glory rejoiceth: my flesh also shall rest in hope.
10 For thou wilt not leave my soul in hell; neither wilt thou suffer thine Holy One to see corruption.
11 Thou wilt shew me the path of life: in thy presence is fulness of joy; at thy right hand there are pleasures for evermore.
King James Version (KJV)
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Reflection by Noemi Dominguez:
One of the concerns of parents is the inheritance they will leave to their children. Some because they have riches and some because they don’t. Yesterday, coincidentally, my husband received an email from an unknown person in Africa announcing a supposed $5,600,000 inheritance to be distributed among those most in need. Maybe you’ve also received these types of notifications. David in this psalm speaks of a sure inheritance, both for the rich and for the poor. This inheritance, however, does not come from unknown. The requirement to obtain it is precisely to know Him and to be known to Him [Galatians 4:9]. The first step in knowing Him is to trust Jesus as our only and sufficient Savior. John 1:12 explains that all who received Him, that is, those who believe in Jesus, are made children of God and as children, heirs of God, and co-heirs together with Christ [Romans 8:17]. “To be of God’s dear children, it is in Jesus a sublime gift; the Father sees us in Christ Jesus and gives us his blessing. Look how greatthe love, how great the love that the Father has manifested that children, children of God, let us be forever called” [James Mcgranahan]
One Comment
Aida Contreras,
Amén, gracias Padre Amado.
Por darnos una herencia maravillosa.