Isaías 50: Jehová ayuda a quienes confían en Él.
1 ASI dijo Jehová: ¿Qué es de la carta de repudio de vuestra madre, con la cual yo la repudié? ¿ó quiénes son mis acreedores, á quienes os he yo vendido? He aquí que por vuestras maldades sois vendidos, y por vuestras rebeliones fué repudiada vuestra madre:
2 Porque vine, y nadie pareció; llamé, y nadie respondió. ¿Ha llegado á acortarse mi mano, para no redimir? ¿no hay en mí poder para librar? He aquí que con mi reprensión hago secar la mar; torno los ríos en desierto, hasta pudrirse sus peces, y morirse de sed por falta de agua.
3 Visto de oscuridad los cielos, y torno como saco su cobertura.
4 El Señor Jehová me dió lengua de sabios, para saber hablar en sazón palabra al cansado; despertará de mañana, despertaráme de mañana oído, para que oiga como los sabios.
5 El Señor Jehová me abrió el oído, y yo no fuí rebelde, ni me torné atrás.
6 Dí mi cuerpo á los heridores, y mis mejillas á los que me mesaban el cabello: no escondí mi rostro de las injurias y esputos.
7 Porque el Señor Jehová me ayudará; por tanto no me avergoncé: por eso puse mi rostro como un pedernal, y sé que no seré avergonzado.
8 Cercano está de mí el que me justifica; ¿quién contenderá conmigo? juntémonos. ¿Quién es el adversario de mi causa? acérquese á mí.
9 He aquí que el Señor Jehová me ayudará; ¿quién hay que me condene? He aquí que todos ellos como ropa de vestir se envejecerán, los comerá polilla.
10 ¿Quién hay entre vosotros que teme á Jehová, y oye la voz de su siervo? el que anda en tinieblas y carece de luz, confíe en el nombre de Jehová, y apóyese en su Dios.
11 He aquí que todos vosotros encendéis fuego, y estáis cercados de centellas: andad á la luz de vuestro fuego, y á las centellas que encendisteis. De mi mano os vendrá esto; en dolor seréis sepultados.
Reflexión por Noemi Dominguez:
Siguen los contagios y nos preguntamos: ¿volverán a cerrarse las escuelas? ¿Volveremos alguna vez como estudiantes a ver a nuestros maestros presencialmente? ¿Se puede aprender a la distancia? En el capitulo de hoy encontramos en el Señor Jesus el discípulo perfecto, el discípulo que debe enfrentar los desafíos del discípulo y sus grandes privilegios. Como buen discípulo del Señor, el Pastor del Salmo 23, Jesus sabe sostener con Su palabra al fatigado [versículo 4] y tiene oído atento a los deseos de Su Padre Dios [versículo 4 y 5]. Cada mañana, es decir, no pasa un día sin estar con su oído atento al Padre, y obediente enfrenta el oprobio cuando sin causa le azotaron y escupieron en el rostro] y con la firmeza de una roca enfrentó el sufrimiento de la cruz [versículos 6 y 7]. Aunque sufrió humillación el Padre lo exaltó hasta lo sumo vindicándolo mediante la resurrección. Habiendo efectuado la Obra Magna de la Redención, ahora nos invita a acercarnos porque Él nos defenderá. Quien aparece como discípulo ahora es nuestro abogado defensor. Con palabras muy parecidas a las que el Apóstol Pablo usara para reconfortarnos nos dice en los versos 8 y 9: “A mi lado está mi defensor: ¿Alguien tiene algo en mi contra? ¡Vayamos juntos ante el juez! ¿Alguien se cree con derecho a acusarme? ¡Que venga y me lo diga! El Señor es quien me ayuda; ¿quién podrá condenarme? Con estas mismas palabras el cristiano de hoy puede responder a las acusaciones del maligno. Confiado y seguro, Jesus tomo nuestra causa y si él nos defiende, ¿quién contra nosotros?
Isaiah 50: The Servant, Israel’s Hope.
1 Thus saith the Lord, Where is the bill of your mother’s divorcement, whom I have put away? or which of my creditors is it to whom I have sold you? Behold, for your iniquities have ye sold yourselves, and for your transgressions is your mother put away.
2 Wherefore, when I came, was there no man? when I called, was there none to answer? Is my hand shortened at all, that it cannot redeem? or have I no power to deliver? behold, at my rebuke I dry up the sea, I make the rivers a wilderness: their fish stinketh, because there is no water, and dieth for thirst.
3 I clothe the heavens with blackness, and I make sackcloth their covering.
4 The Lord God hath given me the tongue of the learned, that I should know how to speak a word in season to him that is weary: he wakeneth morning by morning, he wakeneth mine ear to hear as the learned.
5 The Lord God hath opened mine ear, and I was not rebellious, neither turned away back.
6 I gave my back to the smiters, and my cheeks to them that plucked off the hair: I hid not my face from shame and spitting.
7 For the Lord God will help me; therefore shall I not be confounded: therefore have I set my face like a flint, and I know that I shall not be ashamed.
8 He is near that justifieth me; who will contend with me? let us stand together: who is mine adversary? let him come near to me.
9 Behold, the Lord God will help me; who is he that shall condemn me? lo, they all shall wax old as a garment; the moth shall eat them up.
10 Who is among you that feareth the Lord, that obeyeth the voice of his servant, that walketh in darkness, and hath no light? let him trust in the name of the Lord, and stay upon his God.
11 Behold, all ye that kindle a fire, that compass yourselves about with sparks: walk in the light of your fire, and in the sparks that ye have kindled. This shall ye have of mine hand; ye shall lie down in sorrow.
Reflexion by Noemi Dominguez:
Covid 19 Infections continue to escalate, and we ask ourselves: will schools be closed again? Will we ever return as students to see our teachers in person? Can you really learn at a distance? In today’s chapter we find in the Lord Jesus the perfect disciple, the disciple who must face the challenges of the disciple and His great privileges. As a good disciple of the Shepherd of Psalm 23, God the Father, Jesus has the right words to encourage the weary [verse 4] and He is eager learn of His Father’s desires [verses 4 and 5]. Every morning, that is, not a day goes by without being with his ear attentive to the Father, and obediently faced the shame, the insults, and the spit in His face and with the strength of a rock he set His face like a flint and knowing that He would not be ashamed; and so, He faced the suffering of the cross [verses 6 and 7]. Although he suffered humiliation, the Father exalted him giving Him a name above any other name and vindicated Him rising Him from the grave. Having carried out the master work of redemption, he now invites us to come closer because He will defend us. The one who appears as a disciple is now our advocate, our defense attorney. With words very similar to those that the Apostle Paul used to comfort us, he tells us in verses 8 and 9:” The one who will declare me innocent is near. Who will argue with me? Let’s stand up together. Who will bring judgment against me? Let him approach me. Look! The Lord God will help me. Who will condemn me? [Common English Bible Version]. With these same words today’s Christian can respond to the accusations of the evil one. Confident and assured, Jesus took up our cause and if he defends sus, who can be against us?
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