Ezequiel 37: La reunión de Judá e Israel
1 Y LA mano de Jehová fué sobre mí, y sacóme en espíritu de Jehová, y púsome en medio de un campo que estaba lleno de huesos.
2 E hízome pasar cerca de ellos por todo alrededor: y he aquí que eran muy muchos sobre la haz del campo, y por cierto secos en gran manera.
3 Y díjome: Hijo del hombre, ¿vivirán estos huesos? Y dije: Señor Jehová, tú lo sabes.
4 Díjome entonces: Profetiza sobre estos huesos, y diles: Huesos secos, oid palabra de Jehová.
5 Así ha dicho el Señor Jehová á estos huesos: He aquí, yo hago entrar espíritu en vosotros, y viviréis.
6 Y pondré nervios sobre vosotros, y haré subir sobre vosotros carne, y os cubriré de piel, y pondré en vosotros espíritu, y viviréis; y sabréis que yo soy Jehová.
7 Profeticé pues, como me fué mandado; y hubo un ruido mientras yo profetizaba, y he aquí un temblor, y los huesos se llegaron cada hueso á su hueso.
8 Y miré, y he aquí nervios sobre ellos, y la carne subió, y la piel cubrío por encima de ellos: mas no había en ellos espíritu.
9 Y díjome: Profetiza al espíritu, profetiza, hijo del hombre, y di al espíritu: Así ha dicho el Señor Jehová: Espíritu, ven de los cuatro vientos, y sopla sobre estos muertos, y vivirán.
10 Y profeticé como me había mandado, y entró espíritu en ellos, y vivieron, y estuvieron sobre sus pies, un ejército grande en extremo.
11 Díjome luego: Hijo del hombre, todos estos huesos son la casa de Israel. He aquí, ellos dicen: Nuestros huesos se secaron, y pereció nuestra esperanza, y somos del todo talados.
12 Por tanto profetiza, y diles: Así ha dicho el Señor Jehová: He aquí, yo abro vuestros sepulcros, pueblo mío, y os haré subir de vuestras sepulturas, y os traeré á la tierra de Israel.
13 Y sabréis que yo soy Jehová, cuando abriere vuestros sepulcros, y os sacare de vuestras sepulturas, pueblo mío.
14 Y pondré mi espíritu en vosotros, y viviréis, y os haré reposar sobre vuestra tierra; y sabréis que yo Jehová hablé, y lo hice, dice Jehová.
15 Y fué á mí palabra de Jehová, diciendo:
16 Tú, hijo del hombre, tómate ahora un palo, y escribe en él: A Judá, y á los hijos de Israel sus compañeros. Toma después otro palo, y escribe en él: A José, palo de Ephraim, y á toda la casa de Israel sus compañeros.
17 Júntalos luego el uno con el otro, para que sean en uno, y serán uno en tu mano.
18 Y cuando te hablaren los hijos de tu pueblo, diciendo: ¿No nos enseñarás qué te propones con eso?
19 Diles: Así ha dicho el Señor Jehová: He aquí, yo tomo el palo de José que está en la mano de Ephraim, y á las tribus de Israel sus compañeros, y pondrélos con él, con el palo de Judá, y harélos un palo, y serán uno en mi mano.
20 Y los palos sobre que escribieres, estarán en tu mano delante de sus ojos;
21 Y les dirás: Así ha dicho el Señor Jehová: He aquí, yo tomo á los hijos de Israel de entre las gentes á las cuales fueron, y los juntaré de todas partes, y los traeré á su tierra:
22 Y los haré una nación en la tierra, en los montes de Israel; y un rey será á todos ellos por rey: y nunca más serán dos naciones, ni nunca más serán divididos en dos reinos:
23 Ni más se contaminarán con sus ídolos, y con sus abominaciones, y con todas sus rebeliones: y los salvaré de todas sus habitaciones en las cuales pecaron, y los limpiaré; y me serán por pueblo, y yo á ellos por Dios.
24 Y mi siervo David será rey sobre ellos, y á todos ellos será un pastor: y andarán en mis derechos, y mis ordenanzas guardarán, y las pondrán por obra.
25 Y habitarán en la tierra que dí á mi siervo Jacob, en la cual habitaron vuestros padres, en ella habitarán ellos, y sus hijos, y los hijos de sus hijos para siempre; y mi siervo David les será príncipe para siempre.
26 Y concertaré con ellos pacto de paz, perpetuo pacto será con ellos: y los asentaré, y los multiplicaré, y pondré mi santuario entre ellos para siempre.
27 Y estará en ellos mi tabernáculo, y seré á ellos por Dios, y ellos me serán por pueblo.
28 Y sabrán las gentes que yo Jehová santifico á Israel, estando mi santuario entre ellos para siempre.
Reflexión por Noemi Dominguez:
“Los esqueletos del pasado no deben detener el sueño de una nueva vida, aunque el miedo y el arrepentimiento, la culpa y el remordimiento puedan inquietarnos durante el esfuerzo por dar a nuestro futuro un nuevo hogar. [Erik Pevernagie]. Ezequiel es transportado misteriosamente por el Espíritu Santo a un cuadro muy desalentador: “La mano del Señor vino sobre mí, y me sacó en el Espíritu del Señor, y me puso en medio del valle que estaba lleno de huesos. Él me hizo pasar en derredor de ellos, y vi que eran muchísimos sobre la superficie del valle; y estaban muy secos.” [versículos 1 y 2, Nueva Biblia de Las Américas]. No solo los huesos se habían secado, juntamente con la muerte, la esperanza también había perecido [versículo 11]. En medio de la desolación Dios ha de intervenir, ese es el mensaje del capítulo de hoy, “Profeticé, pues… y mientras yo profetizaba hubo un ruido, y luego un estremecimiento, y los huesos se juntaron cada hueso con su hueso. Y miré que había tendones sobre ellos, creció la carne y la piel los cubrió, pero no había espíritu en ellos.” [versículos 7 y 8]. Ahora hay cuerpos, físicamente completos, pero, como la gran mayoría de la humanidad, sin vida espiritual. Como en Edén [Genesis 2:7], les falta el soplo, el aliento de la vida porque “muertos son los que tienen muerta el alma y viven todavía” [G.A. Bequer]. No solo te deseo mas días en tu vida, te deseo mas vida en tus días, que el soplo apacible del Espíritu de Dios no solo toque tu ser interior, que haga Su hogar en él, porque éstas palabras, las palabras de Jesús, son Espíritu y son vida. [Juan 6:63].
Ezekiel 37: One Kingdom, One King.
1 The hand of the Lord was upon me, and carried me out in the spirit of the Lord, and set me down in the midst of the valley which was full of bones,
2 And caused me to pass by them round about: and, behold, there were very many in the open valley; and, lo, they were very dry.
3 And he said unto me, Son of man, can these bones live? And I answered, O Lord God, thou knowest.
4 Again he said unto me, Prophesy upon these bones, and say unto them, O ye dry bones, hear the word of the Lord.
5 Thus saith the Lord God unto these bones; Behold, I will cause breath to enter into you, and ye shall live:
6 And I will lay sinews upon you, and will bring up flesh upon you, and cover you with skin, and put breath in you, and ye shall live; and ye shall know that I am the Lord.
7 So I prophesied as I was commanded: and as I prophesied, there was a noise, and behold a shaking, and the bones came together, bone to his bone.
8 And when I beheld, lo, the sinews and the flesh came up upon them, and the skin covered them above: but there was no breath in them.
9 Then said he unto me, Prophesy unto the wind, prophesy, son of man, and say to the wind, Thus saith the Lord God; Come from the four winds, O breath, and breathe upon these slain, that they may live.
10 So I prophesied as he commanded me, and the breath came into them, and they lived, and stood up upon their feet, an exceeding great army.
11 Then he said unto me, Son of man, these bones are the whole house of Israel: behold, they say, Our bones are dried, and our hope is lost: we are cut off for our parts.
12 Therefore prophesy and say unto them, Thus saith the Lord God; Behold, O my people, I will open your graves, and cause you to come up out of your graves, and bring you into the land of Israel.
13 And ye shall know that I am the Lord, when I have opened your graves, O my people, and brought you up out of your graves,
14 And shall put my spirit in you, and ye shall live, and I shall place you in your own land: then shall ye know that I the Lord have spoken it, and performed it, saith the Lord.
15 The word of the Lord came again unto me, saying,
16 Moreover, thou son of man, take thee one stick, and write upon it, For Judah, and for the children of Israel his companions: then take another stick, and write upon it, For Joseph, the stick of Ephraim and for all the house of Israel his companions:
17 And join them one to another into one stick; and they shall become one in thine hand.
18 And when the children of thy people shall speak unto thee, saying, Wilt thou not shew us what thou meanest by these?
19 Say unto them, Thus saith the Lord God; Behold, I will take the stick of Joseph, which is in the hand of Ephraim, and the tribes of Israel his fellows, and will put them with him, even with the stick of Judah, and make them one stick, and they shall be one in mine hand.
20 And the sticks whereon thou writest shall be in thine hand before their eyes.
21 And say unto them, Thus saith the Lord God; Behold, I will take the children of Israel from among the heathen, whither they be gone, and will gather them on every side, and bring them into their own land:
22 And I will make them one nation in the land upon the mountains of Israel; and one king shall be king to them all: and they shall be no more two nations, neither shall they be divided into two kingdoms any more at all.
23 Neither shall they defile themselves any more with their idols, nor with their detestable things, nor with any of their transgressions: but I will save them out of all their dwellingplaces, wherein they have sinned, and will cleanse them: so shall they be my people, and I will be their God.
24 And David my servant shall be king over them; and they all shall have one shepherd: they shall also walk in my judgments, and observe my statutes, and do them.
25 And they shall dwell in the land that I have given unto Jacob my servant, wherein your fathers have dwelt; and they shall dwell therein, even they, and their children, and their children’s children for ever: and my servant David shall be their prince for ever.
26 Moreover I will make a covenant of peace with them; it shall be an everlasting covenant with them: and I will place them, and multiply them, and will set my sanctuary in the midst of them for evermore.
27 My tabernacle also shall be with them: yea, I will be their God, and they shall be my people.
28 And the heathen shall know that I the Lord do sanctify Israel, when my sanctuary shall be in the midst of them for evermore.
Reflexion by Noemi Dominguez:
“The skeletons of the past should not stop the dream of a new life, although fear and regret, guilt and remorse may unsettle us during the effort to give our future a new home. [Erik Pevernagie]. Ezekiel is mysteriously transported by the Holy Spirit to a very discouraging picture: “The hand of the Lord came upon me, and brought me out in the Spirit of the Lord, and put me in the middle of the valley that was full of bones. He made me pass around them, and I saw that they were many on the surface of the valley; and they were very dry.” [verses 1 and 2, New Bible of the Americas]. Not only had the bones dried up, along with death, hope had also perished [verse 11]. In the midst of desolation God must intervene, that is the message of today’s chapter, “I prophesied therefore … And as I prophesied there was a noise, and then a shudder, and the bones joined each bone with its bone. And I saw that there were tendons on them, the flesh grew and the skin covered them, but there was no spirit in them.” [verses 7 and 8]. Now there are bodies, physically complete, but, like the vast majority of humanity, without spiritual life. As in Eden [Genesis 2:7], they lack the breath, the breath of life because “dead are those who have their souls dead and still live” [G.A. Bequer]. Not only do I wish you more days in your life, I wish you more life in your days, that the gentle breath of God’s Spirit not only touch your inner being, that it make His home in it, because these words, the words of Jesus, are Spirit and they are life. [John 6:63].
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