Salmos 132: Plegaria por bendición sobre el santuario.
1 Cántico gradual. ACUÉRDATE, oh Jehová, de David, Y de toda su aflicción;
2 Que juró él á Jehová, Prometió al Fuerte de Jacob:
3 No entraré en la morada de mi casa, Ni subiré sobre el lecho de mi estrado;
4 No daré sueño á mis ojos, Ni á mis párpados adormecimiento.
5 Hasta que halle lugar para Jehová, Moradas para el Fuerte de Jacob.
6 He aquí, en Ephrata oímos de ella: Hallamósla en los campos del bosque.
7 Entraremos en sus tiendas; Encorvarnos hemos al estrado de sus pies.
8 Levántate, oh Jehová, á tu reposo; Tú y el arca de tu fortaleza.
9 Tus sacerdotes se vistan de justicia, Y regocíjense tus santos.
10 Por amor de David tu siervo No vuelvas de tu ungido el rostro.
11 En verdad juró Jehová á David, No se apartará de ellos: Del fruto de tu vientre pondré sobre tu trono.
12 Si tus hijos guardaren mi alianza, Y mi testimonio que yo les enseñaré, Sus hijos también se sentarán sobre tu trono para siempre.
13 Porque Jehová ha elegido á Sión; Deseóla por habitación para sí.
14 Este es mi reposo para siempre: Aquí habitaré, porque la he deseado.
15 A su mantenimiento daré bendición: Sus pobres saciaré de pan.
16 Asimismo vestiré á sus sacerdotes de salud, Y sus santos darán voces de júbilo.
17 Allí haré reverdecer el cuerno de David: He prevenido lámpara á mi ungido.
18 A sus enemigos vestiré de confusión: Mas sobre él florecerá su corona.
Reflexión por Noemi Dominguez:
¿Dónde está Dios? O, mejor dicho: ¿Dónde mora Dios? Salomón, el probable autor de este salmo, hace eco al apasionado deseo de su padre de construir un templo a Dios. En el evento de inauguración del templo, Salomón reconoce lo que siglos después Pablo predica en Atenas: que “El Dios que hizo el mundo y todo lo que en él hay, puesto que es Señor del cielo y de la tierra, no mora en templos hechos por manos de hombres.” [Hechos 17:24, Biblia de Las Américas], y declara: “Mas ¿quién será capaz de edificarle casa, siendo que los cielos y los cielos de los cielos no pueden contenerlo? ¿Quién, pues, soy yo, para que le edifique casa …? [2 Crónicas 2:6, Reina Varela 1960]. No es cuestión de bellos y costosos edificios. Mediante Su Espíritu por la fe Dios habita en nuestros corazones [Efesios 3:17]. “¿Quieres convertirte en un verdadero mensajero del Señor con fuego ardiendo en tus entrañas? Entonces ten al Hombre de fuego morando en tu corazón. Abandona cualquier intento de construir tu propio reino o ministerio. Olvídate de construir tu propio imperio; edifica el Suyo en su lugar. Adora a Dios apasionadamente. Conságrate a Él para que [tú] seas Su santa morada.” [James W. Goll]. No tienes necesidad de invitar a Dios a tu vida para que Él more en ti porque Jesús se invitó a Sí mismo y te dice: “Yo estoy a tu puerta, y llamo; si oyes mi voz y me abres, entraré en tu casa y cenaré contigo. [Apocalipsis 3:20, Traducción en el Lenguaje Actual]. ¿Le dejarás entrar?
Psalms 132: The Eternal Dwelling of God in Zion.
1 Lord, remember David, and all his afflictions:
2 How he sware unto the Lord, and vowed unto the mighty God of Jacob;
3 Surely I will not come into the tabernacle of my house, nor go up into my bed;
4 I will not give sleep to mine eyes, or slumber to mine eyelids,
5 Until I find out a place for the Lord, an habitation for the mighty God of Jacob.
6 Lo, we heard of it at Ephratah: we found it in the fields of the wood.
7 We will go into his tabernacles: we will worship at his footstool.
8 Arise, O Lord, into thy rest; thou, and the ark of thy strength.
9 Let thy priests be clothed with righteousness; and let thy saints shout for joy.
10 For thy servant David’s sake turn not away the face of thine anointed.
11 The Lord hath sworn in truth unto David; he will not turn from it; Of the fruit of thy body will I set upon thy throne.
12 If thy children will keep my covenant and my testimony that I shall teach them, their children shall also sit upon thy throne for evermore.
13 For the Lord hath chosen Zion; he hath desired it for his habitation.
14 This is my rest for ever: here will I dwell; for I have desired it.
15 I will abundantly bless her provision: I will satisfy her poor with bread.
16 I will also clothe her priests with salvation: and her saints shall shout aloud for joy.
17 There will I make the horn of David to bud: I have ordained a lamp for mine anointed.
18 His enemies will I clothe with shame: but upon himself shall his crown flourish.
Reflexion by Noemi Dominguez:
Where is God? Or rather: Where does God dwell? Solomon, the likely author of this psalm, echoes his father’s passionate desire to build a temple to God. At the inauguration event of the temple, Solomon acknowledges what centuries later Paul preaches in Athens: that “He made the world and everything in it, and since he is Lord of heaven and earth, he doesn’t live in man-made temples” [Acts 17:24, Living Bible], and declares, “But who is able to build him a house, seeing the heavens and the heaven of heavens cannot contain him? And who am I that I should build him a house …? [2 Chronicles 2:6, Darby]. It is not a matter of beautiful and expensive buildings. Through His Spirit by faith God dwells in our hearts [Ephesians 3:17]. “Do you want to become a true messenger of the Lord with fire burning in your bones? Then have the Man of fire dwelling in your heart. Abandon any attempts to build your own kingdom or ministry. Forget about building your own empire; build His instead. Worship God passionately. Consecrate yourself to Him to be His holy dwelling place.” [James W. Goll]. You have no need to invite God into your life for Him to dwell in you because Jesus invited Himself and says to you, “Behold, I stand at the door [of the church] and continually knock. If anyone hears My voice and opens the door, I will come in and eat with him (restore him), and he with Me. [Revelation 3:20, Amplified Bible]. Will you let him in?
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