Lamentaciones 5: Oración del pueblo afligido.
1 ACUÉRDATE, oh Jehová, de lo que nos ha sucedido: Ve y mira nuestro oprobio.
2 Nuestra heredad se ha vuelto á extraños, Nuestras casas á forasteros.
3 Huérfanos somos sin padre, Nuestras madres como viudas.
4 Nuestra agua bebemos por dinero; Nuestra leña por precio compramos.
5 Persecución padecemos sobre nuestra cerviz: Nos cansamos, y no hay para nosotros reposo.
6 Al Egipcio y al Asirio dimos la mano, para saciarnos de pan.
7 Nuestros padres pecaron, y son muertos; Y nosotros llevamos sus castigos.
8 Siervos se enseñorearon de nosotros; No hubo quien de su mano nos librase.
9 Con peligro de nuestras vidas traíamos nuestro pan Delante del cuchillo del desierto.
10 Nuestra piel se ennegreció como un horno A causa del ardor del hambre.
11 Violaron á las mujeres en Sión, A las vírgenes en las ciudades de Judá.
12 A los príncipes colgaron por su mano; No respetaron el rostro de los viejos.
13 Llevaron los mozos á moler, Y los muchachos desfallecieron en la leña.
14 Los ancianos cesaron de la puerta, Los mancebos de sus canciones.
15 Cesó el gozo de nuestro corazón; Nuestro corro se tornó en luto.
16 Cayó la corona de nuestra cabeza: Ay ahora de nosotros! porque pecamos.
17 Por esto fué entristecido nuestro corazón, Por esto se entenebrecieron nuestro ojos:
18 Por el monte de Sión que está asolado; Zorras andan en él.
19 Mas tú, Jehová, permanecerás para siempre: Tu trono de generación en generación.
20 ¿Por qué te olvidarás para siempre de nosotros, Y nos dejarás por largos días?
21 Vuélvenos, oh Jehová, á ti, y nos volveremos: Renueva nuestros días como al principio.
22 Porque repeliendo nos has desechado; Te has airado contra nosotros en gran manera.
Reflexión por Noemi Dominguez:
“Los ancianos no se ven más en la puerta, Los jóvenes dejaron sus canciones. Cesó el gozo de nuestro corazón; Nuestra danza se cambió en luto.” [versículos 14 y 15, Reina Varela 1960]. Grabadas en mis recuerdos es la imagen mis abuelos, al atardecer, sentados frecuentemente en la puerta de sus casas, cuando aún no había televisión, ni otras formas de entretenimiento y ¡menos Netflix o teléfonos inteligentes! Hoy sus casas estarían protegidas por enrejados y sus puerta con trabas y cerraduras. Como entonces en Jerusalén, “nos jugamos la vida para obtener alimentos.” [versículo 9, Nueva Version Internacional Castellana]. No es de sorprender entonces que casi al final de este breve libro la plegaria de Jeremías sea: “Permítenos volver a ti, Señor, y volveremos; devuélvenos la gloria de antaño” “Vuélvenos, oh Jehová, a ti, y nos volveremos; Renueva nuestros días como al principio” [versículo 21, Nueva Versión Internacional Castellana y Reina Varela 1960]. Como es de esperar de Jeremías, el libro termina con un lamento propio de quien herido por las circunstancias que le toca vivir, no encuentra explicación a su aflicción. Aquí terminan las lamentaciones pero no las misericordias de Dios, “porque nunca decayeron Tus misericordias, nuevas son cada mañana, grande es Tu fidelidad” [capítulo 3, versos 22 y 23, Reina Varela 1960]. “Es tu fidelidad tan grande, Padre, Tú dices la verdad, descanso allí. Tu luz rodea mi senda en el mundo, Tu voz me anima; mi fuerza es en Ti. ¡Oh, qué fidelidad! ¡Oh, qué fidelidad! Nunca me canso de darte loor; Cada mañana es nueva tu gracia, Inalterable es tu gran amor.” [Thomas O. Chisholm]. ¡No te deprimas más, alza tu mirada y confía en Él!
Lamentations 5: Prayer for Restoration.
1 Remember, O Lord, what is come upon us: consider, and behold our reproach.
2 Our inheritance is turned to strangers, our houses to aliens.
3 We are orphans and fatherless, our mothers are as widows.
4 We have drunken our water for money; our wood is sold unto us.
5 Our necks are under persecution: we labour, and have no rest.
6 We have given the hand to the Egyptians, and to the Assyrians, to be satisfied with bread.
7 Our fathers have sinned, and are not; and we have borne their iniquities.
8 Servants have ruled over us: there is none that doth deliver us out of their hand.
9 We gat our bread with the peril of our lives because of the sword of the wilderness.
10 Our skin was black like an oven because of the terrible famine.
11 They ravished the women in Zion, and the maids in the cities of Judah.
12 Princes are hanged up by their hand: the faces of elders were not honoured.
13 They took the young men to grind, and the children fell under the wood.
14 The elders have ceased from the gate, the young men from their musick.
15 The joy of our heart is ceased; our dance is turned into mourning.
16 The crown is fallen from our head: woe unto us, that we have sinned!
17 For this our heart is faint; for these things our eyes are dim.
18 Because of the mountain of Zion, which is desolate, the foxes walk upon it.
19 Thou, O Lord, remainest for ever; thy throne from generation to generation.
20 Wherefore dost thou forget us for ever, and forsake us so long time?
21 Turn thou us unto thee, O Lord, and we shall be turned; renew our days as of old.
22 But thou hast utterly rejected us; thou art very wroth against us.
Reflexion by Noemi Dominguez:
“The old people no longer sit at the city gate, and the young people no longer make music. Happiness has gone out of our lives; grief has taken the place of our dances.. ” [verses 14 and 15, Reina Varela 1960Good News Translation]. Engraved in my memories is the image of my grandparents, at sunset, frequently sitting at the door of their houses, when there was still no television, no other forms of entertainment [not to speak of Netflix or smartphones! Today their houses would be protected by burglar bars and their doors with multiple locks. As then in Jerusalem, “We get our bread at the risk of our lives. ” [verse 9, Amplified Bible]. It is not surprising then that near the end of this short book Jeremiah’s prayer is: “Bring us back to you, God—we’re ready to come back. Give us a fresh start.” “Return us to You, O Lord, so that we may be restored; Renew our days as of old” [verse 21, The Message and Amplified Bible]. As is to be expected from Jeremiah, the book ends with a lament of one who, wounded by the circumstances of his life, finds no explanation for his affliction. Here end the lamentations but not the mercies of God, for “God’s loyal love couldn’t have run out, his merciful love couldn’t have dried up. They’re created new every morning. How great your faithfulness!” [chapter 3, verses 22 and 23, The Message]. “Great is Thy faithfulness O God my Father. There is no shadow of turning with Thee. Thou changest not. Thy compassion they fail not. As Thou hast been Thou forever will be. Great is Thy faithfulness … Morning by morning new mercies I see and all I have needed Thy hand hath provided. Great is Thy faithfulness, Lord unto me” [Thomas O. Chisholm]. Don’t get depressed anymore, look up and trust Him!
0 Comments