Salmos 119 (Pe: 129-136) Maravillosos son tus testimonios.
129 Maravillosos son tus testimonios: Por tanto los ha guardado mi alma.
130 El principio de tus palabras alumbra; Hace entender á los simples.
131 Mi boca abrí y suspiré; Porque deseaba tus mandamientos.
132 Mírame, y ten misericordia de mí, Como acostumbras con los que aman tu nombre.
133 Ordena mis pasos con tu palabra; Y ninguna iniquidad se enseñoree de mí.
134 Redímeme de la violencia de los hombres; Y guardaré tus mandamientos.
135 Haz que tu rostro resplandezca sobre tu siervo; Y enséñame tus estatutos.
136 Ríos de agua descendieron de mis ojos, Porque no guardaban tu ley.
Reflexión por Noemi Dominguez:
En esta estrofa del salmo 119 el salmista expresa siete pedidos en su oración: en el versículo 132 no pide nada nuevo porque sabe que Dios acostumbra a hacerlo: Vuélvete a mí, y ten compasión como haces siempre con los que aman tu nombre. Vuélvete a mí, y ten compasión como haces siempre con los que aman tu nombre.” En el próximo versículo agrega dos pedidos más: “Hazme andar conforme a tu palabra; no permitas que la maldad me domine.” [versículo 133, Dios Habla Hoy]. Como el pueblo Ucraniano, y como tantas madres en nuestros días, yo pido a menudo por mis hijos y nietos: que los proteja “de los hombres violentos, … “ [versículo 134,Reina Varela Contemporánea]. Ha guardado y ha deseado la Palabra. Ha sido expuesto a ella [verso 130] y ahora la exposición de Su Palabra lo ilumina [versículo 130]. Deja atrás sus propios temores y ahora pide algo mas sublime; la luz de Su Rostro y su pedido final es: “Haz resplandecer tu rostro sobre tu siervo” [versículo 135, Biblia de las Américas]. Pide, no una careta para lucirla en público; pide que Dios le de Su genuina luz que ilumine su rostro y que esa luz en su rostro, como en el caso de Moises, exprese e ilustre la presencia de Dios en nuestras vidas, con gozo compartiendo silenciosa o audiblemente la luz de Cristo; y esto, no para despertar la curiosidad; más bien para provocar un genuino gozo con los que se salvan y tristeza por los que se pierden; “Ríos de lágrimas vierten mis ojos, porque ellos no guardan tu ley” [versículo 136, Biblia de las Américas]. ¡Me quito el maquillaje y dejo que Tu Luz ilumine mi rostro!
Psalms 119 (Pe 129-136): Thy testimonies are wonderful.
129 Thy testimonies are wonderful: therefore doth my soul keep them.
130 The entrance of thy words giveth light; it giveth understanding unto the simple.
131 I opened my mouth, and panted: for I longed for thy commandments.
132 Look thou upon me, and be merciful unto me, as thou usest to do unto those that love thy name.
133 Order my steps in thy word: and let not any iniquity have dominion over me.
134 Deliver me from the oppression of man: so will I keep thy precepts.
135 Make thy face to shine upon thy servant; and teach me thy statutes.
136 Rivers of waters run down mine eyes, because they keep not thy law.
Reflexion by Noemi Dominguez:
In this stanza of Psalm 119 the psalmist expresses seven requests in his prayer: in verse 132 he does not ask for anything new because he knows that God is accustomed to doing it: Turn my way, look kindly on me, as you always do to those who personally love you. ” In the next verse he adds two more requests: “Establish my footsteps in [the way of] Your word; Do not let any human weakness have power over me [causing me to be separated from You]. “[verse 133, Amplified Bible]. Like the Ukrainian people, and like so many mothers in our day, I often pray for protection for my children and grandchildren: that they may be saved “from the oppression of evil men, … ” [verse 134, Living Bible]. He has kept and desired the Word. He has been exposed to it [verse 130] and now the exposition of His Word illuminates him [verse 130]. He leaves behind his own fears and now asks for something more sublime; the light of His Face, and his final request is, “Make your face shine on your servant” [verse 135, Bible of the Americas]. He asks not a mask to wear in public; he asks that God give him His genuine light to illuminate his face and that this light on his face, as in the case of Moses, express and illustrate the presence of God in our lives, with joy by silently or audibly sharing the light of Christ; and this, not to arouse curiosity; rather to bring about genuine joy with those who are saved and sorrow for those who are lost; “I cry rivers of tears because nobody’s living by your book!” [verse 136, The Message]. I take off my makeup and to let Your Light shine on me!
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