Salmos 113: Dios levanta al pobre.
1 Aleluya. ALABAD, siervos de Jehová, Alabad el nombre de Jehová.
2 Sea el nombre de Jehová bendito, Desde ahora y para siempre.
3 Desde el nacimiento del sol hasta donde se pone, Sea alabado el nombre de Jehová.
4 Alto sobre todas las naciones es Jehová; Sobre los cielos su gloria.
5 ¿Quién como Jehová nuestro Dios, Que ha enaltecido su habitación,
6 Que se humilla á mirar En el cielo y en la tierra?
7 El levanta del polvo al pobre, Y al menesteroso alza del estiércol,
8 Para hacerlos sentar con los príncipes, Con los príncipes de su pueblo.
9 El hace habitar en familia á la estéril, Gozosa en ser madre de hijos. Aleluya.
Reflexión por Noemi Dominguez:
“Hay sombras oscuras en la tierra, pero sus luces son más fuertes en el contraste.” [Charles Dickens]. El contraste realza las diferencias y nos hace mas conscientes de ambas. En este salmo la grandeza de Dios y la pequeñez y las limitaciones del ser humano presentan un vívido contraste. Dios se presenta como el Señor a quien nosotros sus siervos debemos alabar [versículo 1], como un ser excelso [versículo 4] sobre todo y sobre todos. Tanto al altura de su gloria: hasta los mismos cielos como su amplitud en tiempo y espacio: desde ahora y para siempre y desde el nacimiento del sol hasta donde se pone [versículo 3]. Digno de ser alabado por el hombre en la tierra y en los cielos [versículo 4]. En otro extremo está el ser humano, limitado en sus recursos, es decir pobre, “El Señor levanta de la nada al pobre, y saca del muladar [del basurero] al pordiosero. El Señor concede a la mujer estéril un hogar y la alegría de tener hijos.” [versículos 7 y 9, Versión Reina Varela Contemporánea]. Para que estos dos extremos se toquen, Dios tiene que humillarse, es decir, se digna inclinarse descendiendo a nuestro caído mundo para rescatar al ser humano. Esa es la historia de la redención, ese es el misterio de la piedad [1 Timoteo 3:16], Jesús dejo Su gloria para buscarnos y salvarnos. El pobre que se sienta con el príncipe [versículo 8] y la estéril habitando en familia. Dios te saca tristeza y te sienta en Su mesa. Con razón este salmo comienza y termina con la misma palabra: ¡Aleluya!
Psalms 113: The Majesty and Condescension of God.
1 Praise ye the Lord. Praise, O ye servants of the Lord, praise the name of the Lord.
2 Blessed be the name of the Lord from this time forth and for evermore.
3 From the rising of the sun unto the going down of the same the Lord’s name is to be praised.
4 The Lord is high above all nations, and his glory above the heavens.
5 Who is like unto the Lord our God, who dwelleth on high,
6 Who humbleth himself to behold the things that are in heaven, and in the earth!
7 He raiseth up the poor out of the dust, and lifteth the needy out of the dunghill;
8 That he may set him with princes, even with the princes of his people.
9 He maketh the barren woman to keep house, and to be a joyful mother of children. Praise ye the Lord.
Reflexion by Noemi Dominguez:
“There are dark shadows on the earth, but its lights are stronger in contrast. ” [CharlesDickens]. Contrast enhances differences and makes us more aware of both. In this psalm the greatness of God and the smallness and limitations of the human being present a vivid contrast. God presents Himself as the Lord whom we His servants are to praise [verse 1], as an exalted being [verse 4] above everything and above everybody. Both the height of glory: to the heavens themselves; and the breadth in time and space: from now and forever and from the rising of the sun unto the going down of the same, [verse 3]. Worthy of praise by man on earth and in heaven [verse 4]. At another extreme is the human being, limited in his resources, that is, poor, “God lifts up the poor from the dirt and raises up the needy from the garbage pile. When a wife has no children, he blesses her with some, and she is happy. “[verses 7 and 9, Contemporary English Bible Version]. For these two extremes to touch, God has to humble himself, that is, “He bends down to look at the heavens and at the earth.” [Verse 6, Evangelical Heritage Version]. He must reach down to our fallen world to rescue the human being. That is the story of redemption, that is the mystery of godliness [1 Timothy 3:16], Jesus left His glory to seek us and save us. The poor man who sits with the prince [verse 8] and the barren one dwelling in family. God displaces your sadness and sits you at His table. No wander this psalm begins and ends with the same word: Hallelujah!
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