Salmos 4: Plena confianza en el Señor.
1 Responde a mi clamor,
Dios de mi justicia.
Dame alivio cuando esté angustiado,
apiádate de mí y escucha mi oración.
2 Y ustedes, señores,
¿hasta cuándo cambiarán mi gloria en vergüenza?
¿Hasta cuándo amarán ilusiones vanas y buscarán la mentira?[a] Selah
3 Sepan que el Señor honra al que le es fiel;
el Señor me escucha cuando lo llamo.
4 Si se enojan, no pequen;
cuando estén en sus camas
examinen en silencio sus corazones.[b] Selah
5 Ofrezcan sacrificios de justicia
y confíen en el Señor.
6 Muchos son los que dicen:
«¿Quién puede mostrarnos algún bien?».
¡Haz, Señor, que sobre nosotros
brille la luz de tu rostro!
7 Tú has hecho que mi corazón rebose de alegría,
alegría mayor que la que tienen los que disfrutan de trigo y vino nuevo en abundancia.
8 En paz me acuesto y me duermo,
porque solo tú, Señor, me haces vivir confiado.
Reflexión por Noemi Dominguez:
“En paz me acostaré, y asimismo dormiré; Porque solo tú, Jehová, me haces vivir confiado.” [versículo 4, RV 1960]. De la angustia a la paz. Del temor a la confianza. De la tristeza a la alegría. Este salmo nos indica el origen, el camino y el destino. Traicionado y perseguido por su hijo Absalón David clama a Dios. Muchos de nosotros hemos disfrutado tiempos festivos con nuestra familias, pero habrá entre nuestros lectores quienes estén experimentando algo parecido a lo vivido por David. Son las primeras fiestas sin un ser querido, u otra Navidad sin un hogar y sentimos que hemos estado “demás” en la compañía de otros. David recurre a Dios en estas tristes circunstancias. El salmo termina con una declaración de confianza. Por fe se acostará y descansará. La fe es el puente que sobrepasa las circunstancias y nos permite descansar más allá de nuestros temores. De la angustia a la paz y del temor a la confianza. También nosotros podemos experimentarlo. Al recordar en nacimiento del “Rey de Paz” descubrimos el reverso de la moneda. El incompresible trayecto voluntario de la paz a la angustia, es decir, de la paz del pesebre a la angustia de la Cruz. Paradójicamente, es por eso, por la cruz, que hoy podemos disfrutar de paz y vivir confiados. “Confiadamente, entonces, puedo aquí vivir sin recelos ni cuidados por mi porvenir. Pues mi Padre Dios me asiste con divino amor, siendo aquel que me sostiene Cristo el Salvador.” [J. Fuller].
Psalms 4: Full trust in the Lord.
1 Answer me when I call to you,
my righteous God.
Give me relief from my distress;
have mercy on me and hear my prayer.
2 How long will you people turn my glory into shame?
How long will you love delusions and seek false gods[b]?[c]
3 Know that the Lord has set apart his faithful servant for himself;
the Lord hears when I call to him.
4 Tremble and[d] do not sin;
when you are on your beds,
search your hearts and be silent.
5 Offer the sacrifices of the righteous
and trust in the Lord.
6 Many, Lord, are asking, “Who will bring us prosperity?”
Let the light of your face shine on us.
7 Fill my heart with joy
when their grain and new wine abound.
8 In peace I will lie down and sleep,
for you alone, Lord,
make me dwell in safety.
Reflexion by Noemi Dominguez:
“I will both lay me down in peace, and sleep; for Thou Lord only, makest me dwell in safety.” [verse 8, 21st Century King James]. From anguish to peace. From fear to confidence. From sadness to joy. This psalm shows us the origin, the path and the destination. Betrayed and persecuted by his son Absalom, David cries out to God. Many of us have enjoyed holiday times with our families, but there will be some of our readers who are experiencing something similar to what David experienced. It’s the first holiday without a loved one, or another Christmas without a home and we feel like we’ve been “out of place” in the company of others. David turns to God in these sad circumstances. The psalm ends with a declaration of trust. By faith he will lie down and rest. Faith is the bridge that overcomes circumstances and allows us to rest beyond our fears. From anguish to peace and from fear to trust. We can experience it too. When remembering the birth of the “King of Peace” we discover the reverse of the coin. The incomprehensible voluntary journey from peace to anguish, that is, from the peace of the manger to the anguish of the Cross. Paradoxically, it is for this reason, because of the cross, that today we can enjoy peace and live confidently. ” I can live without a care, my future safe and sound; for my Father God is near, His love will me surround. Christ, my Savior, is my stay; my Keeper, strong and true, guiding me along the way, His grace will see me through” [J. Fuller].
0 Comments