Malaquías 4: El advenimiento del día de Jehová
1 PORQUE he aquí, viene el día ardiente como un horno; y todos los soberbios, y todos los que hacen maldad, serán estopa; y aquel día que vendrá, los abrasará, ha dicho Jehová de los ejércitos, el cual no les dejará ni raíz ni rama.
2 Mas á vosotros los que teméis mi nombre, nacerá el Sol de justicia, y en sus alas traerá salud: y saldréis, y saltaréis como becerros de la manada.
3 Y hollaréis á los malos, los cuales serán ceniza bajo las plantas de vuestros pies, en el día que yo hago, ha dicho Jehová de los ejércitos.
4 Acordaos de la ley de Moisés mi siervo, al cual encargué en Horeb ordenanzas y leyes para todo Israel.
5 He aquí, yo os envío á Elías el profeta, antes que venga el día de Jehová grande y terrible.
6 El convertirá el corazón de los padres á los hijos, y el corazón de los hijos á los padres: no sea que yo venga, y con destrucción hiera la tierra.
Reflexión por Noemi Dominguez:
“La posesión más lujosa, el tesoro más rico que alguien tiene, es su dignidad personal”. [Jackie Robinson.]. “Y serán para mí especial tesoro, ha dicho Jehová de los ejércitos, en el día en que yo actúe; y los perdonaré, como el hombre que perdona a su hijo que le sirve.” [versículo 17, Reina Varela 1960]. Tanto es así que Dios revela que hay un libro de memorias. “Cuando vieron a los impíos recompensados y a los justos sufrir, les hizo pensar que Dios se había olvidado de todo el bien [que ellos habían hecho]. ¡Aquí Malaquías promete que Dios no solo lo recordará, sino que también lo escribirá!” [Enduring Word]. En letras rojas para que resalte, en el margen de mi Biblia, escribí en 1995: “Yo soy especial tesoro para Él.” Cuando siento que “no valgo nada,” resaltan para mi estas palabras. Estas palabras me ayudan en momentos de soledad, o depresión o aparentes fracasos personales. No soy especial por mis posesiones materiales, o por la manera que en que me visto, o por mi educación o logros laborales. Soy especial porque un día fui “lavada” no con lejía o jabones especiales [versículo 2], sino con la Sangre de Cristo, Su Hijo, y por Su muerte en el cruz en mi lugar. Y Dios como Padre que perdona a su hijo que le sirve, Dios, mi Padre, me amó y no solo perdonó mis pecados, sino restauró mi destruida dignidad haciéndome saber que soy Su especial tesoro. “Los tesoros más grandes los ojos [humanos] no los ven pero el corazón los encuentra.” [ Judy Garland].
Malachi 4: The Great Day of God
1 For, behold, the day cometh, that shall burn as an oven; and all the proud, yea, and all that do wickedly, shall be stubble: and the day that cometh shall burn them up, saith the Lord of hosts, that it shall leave them neither root nor branch.
2 But unto you that fear my name shall the Sun of righteousness arise with healing in his wings; and ye shall go forth, and grow up as calves of the stall.
3 And ye shall tread down the wicked; for they shall be ashes under the soles of your feet in the day that I shall do this, saith the Lord of hosts.
4 Remember ye the law of Moses my servant, which I commanded unto him in Horeb for all Israel, with the statutes and judgments.
5 Behold, I will send you Elijah the prophet before the coming of the great and dreadful day of the Lord:
6 And he shall turn the heart of the fathers to the children, and the heart of the children to their fathers, lest I come and smite the earth with a curse.
Reflexion by Noemi Dominguez:
“The most luxurious possession, the richest treasure anybody has, is his personal dignity.” [Jackie Robinson.]. “On the day when I act,” says the Lord Almighty, “they will be my treasured possession. I will spare them, just as a father has compassion and spares his son who serves him.” [verse 17, New International Version]. So much so that God reveals that there is a book of memories. ” When they saw the wicked rewarded and the righteous suffer, it made them think that God forgot all their goodness. Here Malachi promises that not only will God remember, but He will write it down!” [Enduring Word]. In red letters to make it stand out, in the margin of my Bible, I wrote in 1995, “I am a treasured possession to Him.” When I feel like I’m “worthless,” these words stand out to me. These words help me in times of loneliness, or depression, or apparent personal failures. I’m not special because of my material possessions, or the way I dress, or my education or work accomplishments. I am special because one day I was “washed” not with bleach or special soaps [verse 2], but with the Blood of Christ, His Son, and by His death on the cross in my place. And God as a Father who forgives His Son who serves Him, God, my Father, loved me and not only forgave my sins, but restored my destroyed dignity by letting me know that I am His special treasure. “The greatest treasures are those invisible to the eye but found by the heart.” [Judy Garland].
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